viernes, 8 de julio de 2011

Prefacio: Unos años.

Ya no bajo la tutela de sus padres, Jador con 18 años comenzó a vivir en un piso de grandes dimensiones situado en una zona bastante concurrida y transeúnte. Desde hacía ya unos meses abandonó su casa en aquella ciudad que tan malos recuerdos le ocasionaba. Ahora vivía en Málaga, frente a la playa, disfrutando del verano por unos meses antes de llegar el invierno y encontrarse aquel lugar bastante solitario.

Tras realizar varios deseos gracias a la esfera, y cumplirlos por fin, decidió mudarse a aquella ciudad de la Costa del Sol. Sabía perfectamente que en su casa no podía aguantar más su vida, aquella paredes le recordaban duros momentos de su vida ya pasada y quería experimentar otra totalmente nueva.
También se trasladó por Hiris. Tenía la leve esperanza que pudiera encontrarla algún día, hablarle y por fin verse después de tantísimo tiempo. Pero todo deseo realizado a la esfera no se podía doblar y darse la vuelta para que el deseo se deshiciera. Puesto aquello en su mente y ya conformado, decidió quedarse ya allí a vivir aún sobrellevando aquella pérdida tan importante en su vida.

Jador consiguió todo aquello que necesitaba y deseaba: una casa, un trabajo, dinero, amistades, parejas…todo lo que su mente creaba y su consciente ansiara. Vivía perfectamente, no le faltaba absolutamente nada, excepto una sola cosa: fama. Deseaba ser un artista reconocido mundialmente, tanto como dibujante, como compositor, cantante, actor y demás bellas artes las cuales él amaba. Decidió para ello tener 20 años mínimamente. Quería cumplirlos para poder tener aún más mente y control sobre la esfera, no quería verse envuelto en una especie  de pesadilla en la realidad, la cual sufriera por no saber pedir el deseo correcto y todo se rompiera dando lugar una muerte inevitable. Sí. Durante aquellos tres años Jador pudo estudiar aún más la esfera. Pudo descifrar un poco lo que llevaba escrito mediante deseos en susurros. Llegó a descifrar varias partes importantes para él. Aquellas palabras grabadas sobre la esfera lo envolvían en un mundo paralelo explicándole al joven los efectos y defectos de la esfera, las ventajas y desventajas. Jador pudo saber que cada deseo realizado, no podía tergiversarse a uno contrario a ese ya realizado, también supo que si no sabía controlar la esfera adecuadamente, podría ocasionarle una muerte inmediata y que si pedía deseos de mayor magnitud tales como cambiar la vida drásticamente, podrían ocasionarle ataques de locura y pérdidas de memoria.

Le daba miedo usar la esfera en ocasiones, pero sabía que contra más deseos susurrara, más podría saber sobre ella hasta averiguar de dónde provenía. Era ya casi un deber saber todo sobre ella, estaba completamente obsesionado con su poder y uso. 

Un día Jador supo que podría usarla para cosas mucho más peligrosa y letales, pensó en su pasado y llegó a su mente, como si una bombilla se hubiera encendido en el acto, poder vengarse de todo lo sucedido en su vida. No sabía cómo, pero estaba completamente seguro que algún día conseguiría su venganza. Por el momento, controlaba a una persona, a una persona particular, una persona que le cambiaría el transcurso de su vida en poco tiempo aún siendo él mismo quien la controla mediante la esfera, sin consciente que en un futuro todo podría cambiar.


miércoles, 6 de julio de 2011

Capítulo 12: Regreso a casa.

Durante casi un mes después, Jador estuvo dando vueltas con el fin de investigar más lugares y experimentar más sentimientos por el mundo. Mientras caminaba sin rumbo y sin prisas, continuaba meditando sobre la esfera, además de hacer uso de ella en ocasiones. Sabía que sólo había usado un 10% de aquel poder inmenso que guardaba ese objeto, pero lo quería usar poco a poco, aprendiendo cómo manejarlo y finalmente como usarlo para sus deseos más ocultos. Lo primero que había realizado con ella fue viajar de país en país contemplando hermosos paisajes turísticos y otros insospechados e inhóspitos. Desde aquella temporada en la casa del Sr. Martín, esa mansión tan preciosa en aquel lugar tan pacífico y tranquilo, se había enamorado de hermosos lugares forestales y naturales, yendo a todos los países que poseían lugares como aquel lo tenía.

Llegó hasta los bosques canadienses, dónde una vez allí, acampó con una tienda de campaña sacada de un deseo suyo gracias a la esfera, y en la penumbra de una noche veraniega, al lado de una fogata y en lo más alto de una montaña con las vistas más cercanas a las estrellas, llegó a una conclusión esencial: Debía volver a casa.

Había pasado ya muchísimo tiempo desde que la había abandonado para poder hacer su nueva vida, mucho tiempo desde aquel asesinato y mucho tiempo para olvidar. Sabía perfectamente que sus padres habrían pasado por completo de su ida, y que no habrían hecho absolutamente nada para poder buscarlo, siquiera con ayuda de la policía. Ellos eran así y él ya se había acostumbrado. Sin embargo, volver a casa tras tanto tiempo era demasiado sospechoso, además del asesinato que cometió, la policía lo más seguro es que estuviera en su busca, debía hacer algo. Pensó y la única forma que se le ocurrió fue borrar la memoria de todos los habitantes relacionados con él. No había otra manera sino esa.

Seguro de sí mismo, al día siguiente decidió partir pero no hacia donde vivía, sino hacia otro lugar muy importante para él, quería llegar a otro sitio importante antes de dirigirse hacia su casa y cumplir con su nuevo deseo.

Ese mismo día, con la esfera en sus manos y susurrando unas palabras a la vez que rozando sus labios contra su superficie, decía: “Deseo que este lugar quede sin rastro alguno de mí”. Así pues, todo el lugar en el que se encontraba quedo totalmente despejado de algún rastro significante que Jador pasó la noche ahí.

Tras aquello, cogió la esfera, puso sus labios rozando su superficie y susurró de nuevo: “Deseo ir a Málaga”. De repente la esfera brilló con mucha intensidad, hasta que se vio completamente absorbido por ella y viajando a través de un espacio invisible, llegó hasta un lugar de Málaga en el cual no había nadie quien pudiera sorprenderlo ante tal aparición repentina. Jador se dio cuenta de que hallaba en un puerto. El olor del mar, del pescado  y la brisa del sur le hicieron percatarse que se situaba en el sitio que le deseó a la esfera.

Salió de allí en dirección hacia el centro, dónde debía ir obligatoriamente porque su alma lo deseaba con ansias. Ver aquellas calles le hizo recordar sus años ya antaño de cuando era pequeño. Aquellos caminos, aquellos paseos, aquellas plazas…le hicieron saltar las lágrimas después de estar tantos años sin volver a pisarlos, ni verlos. Ese sentimiento que sentía en su interior era totalmente grato y fascinante, aquel era el último sitio al que debía pisar antes de volver a su casa y realizar su cometido ya pensado y bien decidido.

Llegó a su destino sin complicaciones. Por el camino se demoró un poco debido a la nostalgia y a los recuerdos del pasado, pero se encontraba aún así perfectamente. Allí estaba, en una punta del parque, viendo los frondosos árboles de hojas intensas en color verde, la multitud de plantas que adornaban naturalmente el suelo y los diversos olores que llegaban a sus fosas nasales produciéndole cierto pequeño placer, haciendo a su vez que se tambalease un poco.

Caminó un poco más cruzando la carretera y llegó hasta la acera de en frente. Escondido tras un cubo de basura y un coche, observaba un edificio de gran tamaño. Aquel día hacia bastante calor en aquella ciudad, parecía que fuera verano. Aún sudando bastante, continuó a la espera.

Quería que alguien saliera de ese edificio y caminase hasta él, poder alcanzar a esa persona y poder decirle algunas palabras, pero esa persona no salía. Jador pensó en susurrarle a la esfera poder verla, pero lo veía bastante manipulador y demasiado infortunio sin ocurrir por magia del destino. Pensaba en tirar la toalla, en no hacer nada y volver a su casa. Al menos había visitado aquella ciudad, había sentido sus olores, sus calles y sus hermosos paisajes con edificios por la zona céntrica. Aún así, su destino casi final era ver a esa persona, hablarle y luego ir en dirección a su casa, pero la vida no era justa y usar la esfera para ello, mucho menos lo era. Quería que fuera el destino quien le diera ese placer, ese deseo y no la esfera. Quizá el usar la esfera dejaba al destino en un segundo plano.

El chico salió de su escondite y comenzó a caminar hasta un sitio libre de ojos ajenos para volver a su ciudad usando la esfera. Sus ojos, como si alguien lo hubiera llamado, se giraron bruscamente hacia una dirección concreta. Estaba allí esa persona. Jador no sabía si eso ocurrió por arte de la esfera o es que el destino jugó con él unos instantes haciéndoselo pasar mal. Daba igual aquello ahora, estaba observando a esa persona tan especial para él. Jador pudo fijarse en su físico, había cambiado demasiado, no parecía esa persona ser la misma de hacía ya años.

El chico se percató que aquella persona no se fijó en él y además iba con su perro paseando por la calle. Jador corrió hasta su posición y gritó: “¡Hiris!”. La chica se dio la vuelta bruscamente y sus ojos miraron a Jador de arriba abajo. Jador tenía la leve esperanza que aquella chica, aquella persona tan especial de su pasado la cual le realizó ese dibujo tan importante que se hallaba tras la puerta de su habitación, supiera quién era y le hablara como si jamás hubiera pasado tantísimo tiempo los dos en la distancia. La chica se giró del todo y sin mover un solo pie, preguntó:

—Perdona, pero… ¿te conozco?

Aquella palabras llegaron muy hondo en el corazón de Jador. El chico pensaba que se acordaría perfectamente de él, pero no fue así. Podría haberle susurrado a la esfera que ella se acordara de él, que se dieran un fuerte abrazo y que quizá, tomasen algo por ahí, pero de nuevo eso no sería parte del destino y sí manipulador. Sería un deseo o sueño, hecho por él mismo y por arte de “magia” y no por arte de la naturaleza del destino.

El rostro de Jador cambió por completo. Se dio la vuelta y continuó su travesía hacia un lugar sin nadie a la vista. La chica anduvo un poco detrás de él y le preguntó exclamando:

— ¡¿Izan?!

Jador continuó con su camino hasta desaparecer ante los ojos de Hiris. Le daba exactamente igual usar la esfera ante sus ojos y que la chica quedara un poco atemorizada o traumatizada por lo visto. Le daba exactamente igual. Su corazón se sintió roto de nuevo tras recomponerse con el paso del tiempo.

Jador llegó a su ciudad y pudo ver que muchas de las calles estaban empapeladas de fotos con su cara, con una recompensa y con un gran título en negrita que rezaba: “DESAPARECIDO”. Jador se sorprendió al ver que sus padres y gente afinada a él se habían tomado las molestias de preocuparse por su desaparición. Pero ya no había marcha atrás. El chico sacó la esfera y realizando el mismo ritual de siempre para realizar algún deseo, dijo: “Deseo que todo lo sucedido quede en el olvido. Deseo que la gente me quiera y que la muerte de Rick no haya creado estragos”. La esfera, como era habitual, emanó una gran cantidad de luz y calor que inundó la ciudad de Madrid por completo. Durante unos segundos, Jador pudo apreciar que la luz iba disminuyendo poco a poco hasta llegar a la esfera y quedar todo como antes era. Los carteles hubieron desaparecido.

El chico continuó su trayecto hasta su casa, abrió la puerta y entró en ella con tranquilidad. Pudo apreciar que no había nadie en ella, así pues, entró en su habitación, cogió el dibujo de su querida amiga Hiris, se tumbó como siempre solía hacer y susurrando a la esfera mientras sus ojos estudiaban cada trazo de él, decía: “Deseo que Hiris se olvide de mí para siempre y que no la vuelva a ver más. Lo deseo por siempre”. Jador se sentía con el corazón tremendamente dolorido por el olvido de su ex amiga Hiris.

Sus padres llegaron a la casa y Jador vio como le querían. Ésta vez daba igual haber usado la esfera, ya que la poseía, la usaría para algo que se merecía desde hacía mucho tiempo: cariño y amor por parte de su familia. Pudo ver cómo sus dos padres le abrazaban nada más entrar en la casa y cómo su hermano le daba la mano con un fuerte abrazo, seguido de unas de esas típicas palmadas en la espalda que la dejan completamente destrozada y casi rota.

Al llegar la noche, Jador se fue a su cama y mientras observaba de nuevo el techo en la penumbra, recordó el hombre que su ex amiga Hiris dijo: “Izan”. Aquel nombre le sonaba de algo, algo muy familiar pero su mente no daba con qué exactamente. Repitió el nombre para sí mismo varias veces y ni por esas conseguía recordarlo.

Cogió la esfera y susurró: “Deseo recordar de donde viene en mi vida el nombre Izan”. La esfera emanó un pequeño rayo de luz intenso que llegó a su frente, atravesando su cabeza y haciendo de ésta manera que se acordara. La esfera cayó al suelo tras recordarlo. Sus ojos se encharcaron en lágrimas y su corazón latía con intensidad debido al grave error que cometió. Jador recordó que “Izan” era un nombre “artístico” por así llamarlo, cuando él e Hiris eran amigos íntimos y muy cercanos. Al igual que Hiris se llamaba realmente Gloria. Se pusieron otros nombres como una clave de que nadie más sabía sus nombres reales en cambio ellos… Sí.

Aquella noche Jador lloró como nunca en su vida. Aquel error que cometió y encima siendo su culpa, le destrozó el alma en mil pedazos. No podía imaginar que jamás volvería a verla en la vida. 
Jueves, 22/03/12.


domingo, 3 de julio de 2011

Capítulo 11: Susurros a la esfera.

Corría por la colina cuesta abajo. Sujetándose a los pequeños árboles y a las diferentes ramas que colgaban de ellos, evitaba de esa manera caer estrepitosamente y ser capturado por el Sr. Martín.

Jador no imaginaba que tuviera que huir de nuevo de alguien y encima tras herirlo gravemente. Al menos en esta ocasión no lo llegó a matar, cuya oportunidad la tuvo saboreando en sus manos. Prefirió atacar de una manera más inteligente y huir rápidamente sin perder tiempo en otro asesinato.

Oía los gritos de aquel hombre. Eran fuertes y desesperantes. El chico llegó hasta el lago para refrescarse un poco ante tal persecución. La cuesta que iba desde aquella mansión hasta el lago era inmensa, pues jamás el chico había bajado tantísima pendiente en tanto tiempo y a tanta velocidad.

Mientras cogía agua con ambas manos y la echaba a su cara para poder refrescarse, más allá de ésta pudo ver reflejada en el agua la silueta del Sr. Martín aproximándose a cada zancada que daba y a gran velocidad. Su cara estaba llena de sangre al igual que sus manos, todo por una gran brecha que Jador le ocasionó con un gran trozo de madera.

El chico se levantó rápidamente pero al no ser precavido, el hombre pudo saltar y conseguir tirar al suelo. Los dos cayeron sin demora sobre las piedras, por lo que Jador se quejó debido al fuerte impacto. El Sr. Martín comenzó a estrangularlo.  Sus ojos eran un gran reflejo de toda la maldad y las ansias de muerte que anidaba en su interior. Jador pudo observar cómo sus venas, sobre todo las del cuello y de la cabeza, comenzaron a sobresalir hinchándose cada vez más como si éstas explotasen en cualquier momento.

El chico sabía que si no hacía algo pronto, moriría. Se estaba quedando sin oxígeno y notaba cómo su sangre iba aumentando la presión en sus venas. Usando casi la misma táctica que la otra vez cuando puso matar a Rick: cogió una piedra y golpeó con todas sus fuerzas la cabeza del hombre. El Sr. Martín cayó al agua debido al impacto de ésta sobre la herida que le causó Jador. Ese justo momento era el correcto y prescindible para salir corriendo lo más rápido que pudiera, evitando de esa manera matarle y que el Sr. Martín hiciera lo mismo con él si el chico no lo conseguía.

Sus piernas corrían por sí solas, como si fueran automáticas, como si su cerebro le hubiera obligado directamente y estuviera incidiendo en ellas sin control alguno. Los gritos del Sr. Martín comenzaron a oírse por todo el boque. Jador estaba muy asustado y con la respiración bastante agitada casi no pudiendo inhalar oxígeno siquiera.

Llegó a un claro del bosque. Pudo observar una inmensa piedra justo en medio y la luna asomada entre los árboles. Al fondo apreció lo que sería su refugio por un tiempo hasta que el Sr. Martín desapareciera de aquel lugar y se fuera a su respectiva mansión. Era un árbol de grandes dimensiones, con una copa abundante en hojas y ramas de gran tamaño y con unos huecos suficientemente grandes como para él ocultarse en ellos sin ser visto por si el Sr. Martín continuaba en su búsqueda. Decidido, Jador corrió hasta el árbol y comenzó a trepar por él, escondiéndose en lo más profundo pero con una perspectiva perfecta para observar el claro y ver si aquel hombre aparecía. En efecto, su técnica fue la correcta. El Sr. Martín apareció por el claro del bosque, buscando cual cocainómano ansioso por su droga tan preciada. Jador pudo darse cuenta que el amanecer comenzaba a asomarse por el horizonte, momento perfecto ya que el Sr. Martín tendría que ir a su casa puesto que aquel día unos representantes de una gran compañía de cine, habían concertado una cita para entrevistarlo y por suerte, ofrecerle un papel. Así pues, Jador pudo observar desde lo más alto del árbol y bien escondido, que el Sr. Martín se daba la vuelta, defraudado, se dirigía hacia su mansión para arreglarse un poco, curar sus heridas y estar lo buenamente presentable para la entrevista.

Jador se mantuvo en su lugar por unas horas. Estaba cómodo, pero se debía cerciorar que el Sr. Martín estuviera en su mansión al cien por cien. El chico, recostado sobre una gran rama, comenzó a pensar en todo lo ocurrido en su vida. Era bastante inusual que en tan pocos meses hubiera sufrido tanto, escapado, violado e incluso matado. A su mente llegaron mil y una imágenes sobre todo lo ocurrido, pero no lloró, no soltó ni una sola lágrima por sus ojos. Estaba bastante acostumbrado y su cuerpo y mente ya eran suficientemente fuertes como para evadirse  y hundir de aquella manera. Jador también recordó aquel sueño tan extraño. Esa figura o ser que estaba controlando su sueño y que le hablaba de un extraño objeto, no volvió a aparecer en sus tenebrosos sueños tras pasar algunos días recientes a él.

El chico pensó que ya era la hora de bajar del árbol e ir a un lugar más seguro. No estaba desaliñado, ni tampoco tenía sangre por su cuerpo, aunque sí en sus manos. Inconsciente de ello, salió del bosque y pudo ver a unos cuantos metros lo quera una cafetería al más puro estilo americano. El chico anduvo un rato tras recrear una mueca de esperanza y satisfacción. Ver un sitio donde hay gente que no quiere matarlo, un sitio dónde hay agua para lavarse y comida, era realmente fantástico en su situación.

Entró y lo primero que vio fue una camarera fumando un cigarrillo, una gran barra llena de vasos de diferentes tamaños, unas cuantas mesas con sillas de respaldo en rojo y diferentes fotos o cuadros colgados en las pareces, acompañada toda la estancia por una música de estilo pop-rock. El chico continuó con su expedición sobre el lugar y se dirigió hacia la barra donde estaba la camarera. Se sentó sobre una silla sin respaldo y le pidió:

—Por favor, un vaso de agua.

La camarera le observó con cara de desprecio al no pagar ni un solo céntimo y pedir agua gratis, aún así ésta se lo cedió como cliente que él era. Tragar aquel vaso de agua fresca para Jador fue tal placer, que pidió otro mostrando ésta vez una mano llena de sangre seca. La camarera se fijó rápidamente, le cedió el vaso mientras daba una calada y le preguntó:

— ¿Qué te ha pasado en la mano, buen chico?
—En ambas manos—dijo enseñándole las dos y prosiguió—.Un accidente, he tenido que salir huyendo de mi propia casa. Como espero que sepa, no tengo nada de dinero.
— ¿Piensas que voy a invitarte a comer?

Jador se quedó mirándola esperando un “bueno, vale” por parte de ella. La camarera lo miró detenidamente y terminó cediendo, invitándole a un buen plato de tortilla de patatas y un vaso de coca cola. Mientras Jador engullía la comida como si muriera en segundos y quisiera ingerirla antes de ello, un hombre de mediana estatura, grueso y de avanzada edad, vistiendo con una indumentaria de leñador, se sentó a su lado y al ver cómo comía le exclamó:

— ¡Chico, para de comer así. Te va a dar algo!
—Estoy muerto de hambre, señor. ¡Necesito comer ya!

El hombre tras reír un poco, se fijó en sus manos y le preguntó:

— ¿Qué te ha pasado, chico?
— ¿Realmente quiere saber qué me ha pasado?
—Sí…no es normal que tengas las manos llenas de sangre seca.
—Bien pues, lo que exactamente me ha pasado…—empezó a contar mientras la camarera y el hombre oían atentamente—. Es que mi vida ha sido muy dura. Me trataban mal mis compañeros, me rompieron el corazón, mi hermano me violaba siempre que él quería, con tan sólo 15 años que son los que tengo ahora, maté a un agresor mío, luego tras huir, llegué aquí, a la casa del Sr. Martín como ven un gran actor antaño. Me convertí en su esclavo sexual a cambio de cobijo y comida. Finalmente me cansé y he huido de nuevo.
Las dos personas presentes ante la historia se quedaron atónitas y sin palabras. Jador terminó de comer y dando las gracias, salió de la cafetería adentrándose en otro bosque y siendo totalmente indiferente ante el colapso mental que había ocasionado a esas dos personas totalmente desconocidas y a las cuáles, les desveló su oscura vida.

Aquella noche, durmiendo sobre la fina hierba y contemplando la luna en aquel oscuro cielo, pero rodeada de estrellas, tuvo un sueño. Tuvo un extraño sueño que pensó que jamás tendría. No había en él ninguna escena o imagen visualizada correctamente. Eran un conjunto de cosas extrañas, la mayoría imágenes de su vida mezcladas unas con otras. Las demás extrañezas, eran oscuras profundidades en las cuales siempre aparecía una esfera brillante con signos grabados y trazos hermosos. <<Es tu momento, Jador>>, oía en sus sueños todo el tiempo. Jador despertó sobresaltado y con el corazón encogido por las pesadillas. Respiró hondo y una vez se sintió algo calmado, oyó un ruido a su espalda. Se giró violentamente y pensó que sus temores se estaban haciendo realidad. Pensó que el Sr. Martín estaba ahí, justo detrás de él, escondido en los matorrales, esperanzado en poder matarle y manchar su joven cuerpo con sangre.

Otro ruido, éste era similar a un chasquido pero por el fondo se oía como una especie de zumbido intenso. Jador se puso en guardia, abrió bien sus ojos y pudo observar algo brillante, al vuelo y moviéndose de un lado a otro con rapidez. Jador, como si hubiera sido atraído por una fuerza invisible, comenzó a andar en dirección hacia ese objeto brillante y rápido. Atravesó los matorrales y pudo ver que aquel objeto era una esfera de pequeño tamaño, justo en el centro y sobre un inmenso lago y en alto, flotando en el aire. Jador vaciló durante unos segundos si meterse en el agua para ir a por la esfera, pero al sentir que su cuerpo no se introducía en el agua, sino que podía andar sobre ella, continuó con su travesía.

Cada vez estaba más cerca de aquel objeto con forma de esfera y con esa luz tan intensa y brillante. Tenía la esfera a unos centímetros de su cara, podía sentir su luz atravesar su piel, sus huesos, sus músculos, todo su cuerpo. Sentía un calor intenso atravesarlo y recorrerlo de cabo a rabo.

La tocó. La cogió y en su mano la esfera descansaba irradiando mucha más intensidad y luz. Jador pudo percatarse que había algo grabado en ella, unas frases en otro idioma ilegible, pero que por ser él quien poseía la esfera en sus manos, tenía la capacidad para susurrar aquellas palabras a la esfera. Lo hizo y el efecto que ocasionó fue sorprendente, casi mágico. La esfera refulgió más intensidad, calor y luz y en ese mismo instante, Jador supo que con ella podría realizar todo cuando quisiera y deseara. No tenía ni la más remota idea de cómo apareció aquel objeto y cómo le pertenecía en ese mismo instante. Sólo sabía que podía desear deseos los cuales se harían realidad.

EL chico guardó la esfera en su bolsillo y tras eso se sentó en una gran piedra, meditando sobre todo lo ocurrido. Llegó a la clara conclusión que aquella esfera era como un regalo por todo su sufrimiento, un regalo cedido por alguien que debía descubrir en un futuro próximo.

 Tras aquello, volvió a dormir. 
Viernes, 17/02/12.