jueves, 13 de octubre de 2011

Tercer libro. Capítulo 3: La madre.


Pasaron ya cuatro días desde que Linda y Ana murieron no tan accidentalmente como la gente creía. Jador se encontraba fuertemente unido a Irina, debido a que todas las noches practicaban el sexo con pasión y una fuerte atracción hacía que Jador no pudiera dejar de pensar en ella y en esos actos nocturnos que tanto le embriagaban. 

Aún se encontraban en el mismo hotel de mala muerte, y desde allí, ya habían causado la muerte de tres personas que incidieron negativamente en el pasado de Jador. La esfera emitía un gran brillo y una luz intensa, mostrando así cómo en su interior se gozaba venganza y una extraña harmonía  malévola. 

Todas las mañanas, Jador se levantaba aún más enérgico que el día anterior. Notaba una extraña sensación en lo más profundo de su interior que le daba ganas para continuar hacia delante sin ver redundante su acción vengativa. Irina, aquella mañana se levantó antes que él y cogió la esfera, dirigiéndose hacia la azotea del hotel. Jador aún dormía, por lo que no se percató de lo que Irina estaba haciendo. La chica llegó a la azotea, y contemplando aún el paisaje nocturno que se iba yendo lentamente, alzó la esfera hacia el cielo y pronunció una cita sin sentido alguno: “Tan poderoso él, yo gozo”. En ese mismo instante la esfera expulsó un gran rayo casi divino hacia arriba, llegando a una distancia incalculable y para nada visible al ojo humano. Luego, del cuerpo de Irina comenzó a brotar una pequeña luz blanquecina que rodeaba todo su cuerpo y que se conectaba delicadamente con la luz de la esfera. Finalmente, aquella escena terminó con una pequeña onda expansiva que desapareció tan rápido como salió despedida. 

Aquello que hizo Irina, lo estaba cometiendo desde hacía ya días, exactamente todo el tiempo en que Jador ha ido asesinando y esperando el tiempo justo y necesario para volver a matar. La chica llegó a la habitación y para su sorpresa, Jador estaba despierto, sentado en una silla y fumando un cigarrillo. Antes de que ésta pudiera continuar hacia el centro de la habitación y poder tumbarse en la cama, Jador le preguntó:
 
— ¿De dónde vienes, Irina?

—De ningún… Lado—respondió ésta un tanto atemorizada. 

—No me mientas, ¿de dónde vienes? ¿Y Por qué tienes la esfera en tus manos?

Irina se mantuvo en silencio por unos segundos, y respondió:

—He ido a desear algo, nada más.

—Ajá… Tendré que creerte—contestó Jador muy seriamente, y continuó—. Tengo ya a mi próxima víctima.

— ¿Si? ¡¿Quién?!

—Mi madre.

— ¿No crees que es demasiado pronto para un plato tan fuerte?—aconsejó indirectamente Irina. 

—Supongo, pero tengo otro plato final que para mí, es aún más fuerte—contestó Jador notándose cierta maldad en sus palabras. 

—Vale, como veas, ¿dónde tenemos que ir?

—Al “Gran Moulin Rouge”.

Aquel día iba a ser el más fuerte para Jador, puesto que se dirigía hacia un club nocturno de prostitutas en el cual su madre trabajaba puesto que se separó de su padre y no tenía dinero. Jador le preparó una muerte acorde a su nuevo trabajo. 

Así pues, Irina y Jador bien preparados, llegaron al club nocturno alrededor de las 03:30 AM. Irina se quedó afuera, mientras Jador entró y simuló pedir servicio. Al momento en que estaba frente a la recepción esperando ser atendido, vio a su madre, en la lejanía, casi desnuda y con unas pintas de drogadicta, enganchada a un hombre de unos cuarenta y tantos años, bien trajeado y con aspecto de tener dinero. Sabía ya en qué sala se encontraba y estaba dispuesto a ir hacia ella en cuando pudiera para vengarse con su muerte. Jador corrió hacia un escondite cercano a la habitación, y esperó durante unos diez minutos, para que pudiera asesinarla justo en el momento cumbre. La madre, desnuda al completo y haciéndole una felación al cliente, paró y le preguntó:

— ¿No crees que ya podrías follarme?

—Oh… Sí. Venga, voltéate en la cama—contestó aquel hombre con el pene bien erecto y casi oculto por su enorme barriga cervecera. 

Una vez que la madre de Jador se puso en posición y sintió el pene de aquel hombre en su vagina, le instó: 

—Dame más fuerte, ¡dame más fuerte! ¡Ah, sí, sigue!

Jador opinó que ya era el momento exacto en poder matarla. Así pues, cogiendo la esfera y realizando el mismo ritual de siempre, deseó una muerte inspirada en ella y perfecta para la ocasión. 

Mientras la madre gemía sin parar por aquel placer, y el hombre agarraba su pelo fuertemente para penetrarla con más intensidad, la madre comenzó a sentir una pequeña molestia que la hizo dejar de gemir como lo hacía anteriormente. Dejó de pensar en ella y le pidió a aquel cliente que la penetrara todavía con más fuerzas, que la reventara. La molestia poco a poco iba creciendo y los gemidos apagándose por aquel pequeño dolor. La madre le hizo parar, que la sacara, y comenzó a palparse por dentro en busca de alguna herida… Pero no había nada, todo estaba bien, además de haber terminado aquella molestia. 

Tras aquello, continuaron con las penetraciones intensas hasta que la molestia se convirtió en un terrible dolor punzante y agudo, que acabó con un gran chorro de sangre que manchó casi toda la cama por completo. Un gran alarido del hombre la alertó de la situación, y pararon por completo. La sangre cesó, al igual que la molestia, en aquel instante la madre pensó que se trataría por la regla. El cliente le pidió que si podía hacerle una felación ya que el miembro se bajó debido al susto. La madre comenzó a hacer su trabajo lentamente para que aquel cliente se sintiera a gusto y con placer. 

En pocos segundos, comenzó a vomitar gran cantidad de sangre, tanta que dejó el suelo manchado con un gran charco. El cliente se asustó y casi estuvo a punto de salir corriendo, cuando la sangre paró nuevamente y la madre le pidió que la penetrara por el ano para así complacerle y hacerle olvidar el mal rato. El cliente, que estaba erecto todavía, aceptó la petición y en la misma posición de antes, comenzó a penetrarla por el ano mientras que volvían a gemir de placer como unos cerdos en su barro. 

La madre comenzó a sentir finas e intensas cuchilladas en su recto, miró hacia atrás, y pudo visionar cómo aquel hombre la penetraba con un cuchillo, y la iba rajando intensamente mientras grandes chorros de sangre inundaban la cama. Estuvo a punto de gritar cuando comenzó a vomitar más cantidad de sangre, viendo cómo su vagina hacía lo mismo. El hombre continuaba penetrándola intensamente, mientras que ella notaba  el cuchillo rajándola por dentro, y cómo iba muriendo lentamente por echar tal cantidad de sangre. 

Finalmente, desplomada sobre la cama, quedó muerta. No había sangre, no había cuchillo, ni había un hombre. En la realidad, el hombre salió de la habitación antes de que ella se diera cuenta, y en realidad, murió por un paro cardíaco debido a aquellas visiones que Jador le recreó en la mente y no en la vida real. 

14, agosto, 2020.