viernes, 13 de abril de 2012

Injusta Venganza. Cuarto Libro. Capítulo 7: El final ha llegado.


Todo se iba quedando en cenizas. Las calles se tornaban a un tono rojizo, con escombros por todas partes y con neblina. Los gritos de las personas callaban debido a los impactos de las esferas. Jador sabía que había cambiado el transcurso de la historia y que días anteriores, debido a ello, los demás países ya habían tenido serios y graves ataques. El mundo creía que se trataban de ovnis intentando hacerse con el planeta, pero Jador sabía bien que no era nada de eso, se trataban de las esferas.

Corría, y cuanto más corría más difícil le era poder huir de los ataques. Jador perdió de vista a su familia, y no pensaba que estuvieran muertos, incluso tenía la leve certeza de que aún se mantenían con vida. En una lucha por su supervivencia, debía encontrar a su esposa Sophie e hijos, no podía dejarlos atrás y solos, mucho menos siendo él el causante de todo aquello. 

La sangre bañaba las calles y los cuerpos inertes de las personas creaban obstáculos. Jador corría todo cuanto podía, mientras que las esferas atacan sin previo aviso contra su cuerpo chocando en las paredes o en el suelo. Llego por fin a lo que hace unas horas fue su casa. Como bien pudo, caminó por encima de los escombros y piedras a pesar de las esferas que continuaban cerniéndose sobre él. Oyó un grito, un grito similar al de Sophie, inmediatamente gritó su nombre para recibir respuesta, pero no. Entonces, un zumbido grave comenzó a resonar por todo  los rincones. Jador alzó su vista y pudo ver que la esfera de mayor tamaño sobrevolaba su cuerpo y de ella emanaban más esferas de menos tamaño todas cayendo en su dirección. Jador no pudo evitar recibir el impacto de tales bombas, por lo que se agachó contra el suelo y en ese mismo instante, fue cuando vio aparecer la figura de su esposa y dos hijos en sus brazos, gritando como antes y recibiendo impactos de las esferas. Sus cuerpos quedaron quemados y yacientes en el suelo, mientras Jador notaba cómo la primera esfera le llevaba a otro mundo diferente del suyo. Así continuamente, hasta recibir el mayor impacto de todas ellas y desaparecer.

Durante unos segundos, estuvo divagando en una habitación oscura y de gran tamaño. No veía absolutamente nada, sólo oía a lo lejos los gritos de las personas, gritos desgarradores y de dolor. Notaba cómo su cuerpo flotaba en el aire, y cómo se iba movimiendo lentamente por aquella sala, hasta llegar a algún punto y parar. Notó una brisa fresca pasar por él a gran velocidad, y al instante, una extraña voz que le hablaba. A pesar de los gritos, podía oír con bastante claridad todo lo que le decía.

—Has cambiado el transcurso de la historia, has fallado.
Jador se mantuvo en silencio. No quería hablar y tampoco replicar, estaba expectante a lo que dijera a continuación:
—Veo que no podías con todo, que aquellos sueños te eran difíciles, que no pudiste superarlo. 

El chico aún se mantenía en silencio. Al momento, oyó un fuerte alarido que le hizo estremecerse y tener escalofríos, y se encendió una pequeña luz que al menos con ella, Jador podía observar quién le hablaba. Su rostro era esquelético, con extraños trozos de piel secados y adheridos al hueso y con unos ojos de iris azul claro. Jador seguía en su sitio, le era imposible poder moverse. La cara, siendo iluminada de manera grotesca por la luz, comenzó a hablar nuevamente:

—Tu vida ha sido muy larga y dura. Has pasado desde poca edad y ser discriminado por tus compañeros, a llegar a tener una familia y acabar con el mundo tú solo. La esfera jamás aprenderá.

— ¿Qué no aprenderá?—preguntó Jador atreviéndose por fin. 

—No aprenderá que debe ayudar a las personas, ¿crees que no ha ocurrido esto más veces? La esfera va a por lo más débiles, se fija en ellos, le da una mejor vida y finalmente los sucumbe en su luz para devorarlos. 

Jador tragó saliva lentamente ya que se le formó un nudo en la garganta, por consiguiente, se fijó en los ojos de aquella cara y preguntó:

— ¿Qué me va a pasar?

—Has tenido muchas suerte, chico. Todos los demás que han caído como tú, no pudieron sobrevivir tanto tiempo. Todos murieron al instante en que ella salió de sus cuerpos y los devoró. Contigo fue difícil. Te ha intentado engañar, te ha intentado llevar a otros mundos más complicados para ti para poder allí devorarte, y no lo ha conseguido, aún sigue con vida y te está atacando en lo que más te duele.

Durante un momento se produjo el silencio, luego, con una voz más grave que anteriormente, contestó a la pregunta que Jador se hizo en su cabeza:

—A tu familia.

Por un momento el corazón se le paró y no sabía qué hacer. Tenía ganas de llorar, pero no podía. Tenía ganas de vomitar, pero tampoco podía. En aquel instante estaba como atrapado en sí  mismo, sin poder moverse y menos reaccionar, sólo pensar. Después, tragando saliva de nuevo, dijo:

— ¿Qué es lo que debo hacer para que lo que más me ha hecho feliz en la vida siga viviendo?

—Deja que la esfera te devore.

Aquellas palabras fueron contundentes y rápidas. Una respuesta bastante obvia y que incluso aquella cara pensaba que Jador la tenía ya en mente. El chico cambió de dirección sus ojos, y finalmente quiso saber por qué las cosas habían sido así. Tragando otra vez saliva y esta vez más espesa que antes, preguntó:

— ¿Por qué todo me ha ido tan mal? ¿Me lo podrías explicar?

—Mucha gente tiene problemas en su vida. Estabas pasando por una fase mala, una fase que podrías haber superado, pero la esfera apareció. Ella trabajó como bien sabe. Absorbe el bien de la gente, y contigo, como ya dije, fue complicado, pero pudo en parte. Sobre todo pudo cuando comenzaste a asesinar a todas las personas de tu pasado. Como ya viste te ha engañado de todas las maneras posibles, Jador y has llegado hasta mí. Yo soy la última cosa que verás en tu vida. Estás a punto de morir y no vivirás más, ni respirarás, ni verás a tu esposa, pero por ella, por tus hijos, debes hacerlo. 

— ¿Y si no te creo?

—Soy la Muerte, soy el ser que te llevará a otra vida diferente, a otro lugar ya especial para ti. Has llegado hasta mí porque relativamente ya estás muerto, pero sólo queda que la esfera te devore, tu cuerpo ya es inerte. 

—No puedo, me es imposible. He luchado muchísimo por vivir bien, me he alejado de todo en una pequeña casa, he vivido grandes amores y pasiones, he sufrido por seres creados por la esfera… Merezco vivir por fin bien…

—Te entiendo, pero llegó tu hora, Jador. No te dolerá, por eso no te preocupes, pero sí morirás e irás a otro sitio mejor, yo te acompañaré.

Jador sabía que por mucho que suplicase o diera lástima, no podía convencer a la propia Muerte de que debía seguir vivo. Aceptando su crudo destino, asintió con la cabeza y al instante, volvió a la vida real mientras se levantaba poco a poco de los escombros donde yacía su cuerpo. Miró hacia atrás y su familia seguía en el suelo. Corrió hasta ella y les dio la vuelta a cada uno para poder verle la cara, no estaba dispuesto a que la cara de la Muerte fuera lo último que viera, debía ver el rostro de su esposa, de sus hijos, de lo que le dieron la mayor felicidad.
De nuevo el zumbido se hizo presente en el lugar y la esfera de mayor tamaño ya se puso sobre su posición. Jador alzó la vista y gritó, gritó como nunca, intentando hacer que desapareciera, que se fuera, que se largara, que aquel era su momento y no aún su hora de morir. 

Acurrucándose a los tres cuerpos sin vida de su familia, les dio un fuerte abrazo y sintió aún el pequeño calor que sus cuerpos mantenían y que poco a poco se iba esfumando. Seguidamente, dio un pequeño beso en los labios de su esposa y le dijo mirándola a los ojos cerrados: <<Te amo, mi vida, mi reina, siempre lo haré>>. 

Luego, se puso en pie, preparado para su destino, y la esfera plasmó un rayo de luz hacia su cuerpo. Poco a poco, Jador notaba cómo su piel se iba desgarrando de su cuerpo y seguidamente los huesos, todo por partes, hasta quedar una cavidad ocular por la cual, podía ver cómo su familia iba despertando lentamente y el ambiente transformándose a lo que era antaño, luego, Jador no volvió a existir nunca más. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario